LOMNITZ, CLAUDIO. PARA UNA TEOLOGÍA POLÍTICA DEL CRIMEN ORGANIZADO (MÉXICO: EDICIONES ERA, 2023)
Crimen organizado, política y religión: la dimensión espiritual de las organizaciones criminales
CARLOS LABASTIDA[1]
FECHA DE RECEPCIÓN: 16 DE JUNIO DE 2025
FECHA DE ACEPTACIÓN: 11 DE JULIO DE 2025
Dado el contexto sociopolítico mexicano, los estudios sobre la violencia criminal y organizada se han consolidado como campo de estudio en las ciencias sociales durante las últimas dos décadas, incluyendo aquellos abocados al estudio del funcionamiento de las organizaciones criminales y los vínculos e interacciones que establecen con las instituciones estatales y la ciudadanía. Sin embargo, a pesar de esta proliferación, aún son poco comunes aquellos que profundizan en el análisis de los ámbitos espiritual y religioso dentro de dichas organizaciones criminales.
En ese escenario, tras haber delineado un bosquejo de lo que considera la configuración del nuevo Estado mexicano –uno con mucha soberanía y poca administración de justicia–, en este volumen, el cual recoge su segundo ciclo de conferencias como miembro del Colegio Nacional, Claudio Lomnitz se adentra de lleno en esa dimensión cultural de las organizaciones criminales. Mientras que en su ciclo de conferencias previo[2] se ocupó de identificar el entramado de dinámicas político-económicas, tanto legales como ilegales, que tienen lugar hoy en día entre las instituciones estatales, el crimen organizado y la ciudadanía, ahora profundiza en la manera en que el campo religioso que ha surgido dentro de las organizaciones criminales se articula con dicha operación político-económica.
Este campo religioso que se encuentra sostenido por prácticas y rituales que van desde la devoción a figuras como la Santa Muerte hasta la realización de sacrificios y el canibalismo. No obstante, lejos de caracterizarlas como atrocidades, desviaciones o patologías individuales, se propone comprenderlas interrogándose sobre el papel que juegan en el funcionamiento del grupo criminal; sobre el tipo de estructuras, jerarquías y relaciones que se articulan y expresan mediante ellas; sobre la manera en que las organizaciones criminales se vinculan a través de ellas con el resto de la sociedad; o cómo estructuran el mundo de la economía ilícita y los puentes que tienden con los flujos legales. Este tipo de interrogantes son las que se responden a lo largo del texto. A partir de revisiones documentales, de investigaciones periodísticas y de su trabajo de campo, el autor explora las formas sagradas y espirituales que se encuentran enraizadas en algunos grupos del crimen organizado, lo que le permite avanzar en la construcción de conceptos que permitan hacer inteligibles tales expresiones simbólicas que habitan en el México contemporáneo.
Así, Lomnitz dedica los primeros tres capítulos del volumen a examinar una práctica particularmente llamativa de las últimas décadas: la del canibalismo llevado a cabo por miembros de grupos del crimen organizado. Desde una mirada socio-antropológica, retoma y analiza el conocido caso de los llamados narcosatánicos en Tamaulipas en la década de 1980 para ejemplificar y argumentar la manera en cómo el canibalismo se ha constituido como un ritual constructor de lealtades, como un pacto de confidencialidad y como ritual capaz de proveer protección a la persona que lo realiza. Sobre este último punto, destaca la idea de invisibilidad y la obsesión de los actores involucrados en el mundo de las economías ilícitas por conseguirla: una invisibilidad ante las autoridades para evitar ser detenidos –ya sea mediante complicidad o clandestinidad–, y una invisibilidad ante los enemigos para evitar ser asesinados. De este modo, en una descripción que evoca el concepto de eficacia simbólica desarrollado por Claude Lévi-Strauss[3], retrata la manera en que son llevadas a cabo estas prácticas rituales por parte de los miembros de organizaciones criminales con el objetivo de sobrevivir, traficar y realizar sus actividades ilícitas en la impunidad, dilucidando su organización social alrededor del secreto. Posteriormente, reconstruyendo casos que han dado a conocerse públicamente, Lomnitz propone una clasificación de este canibalismo practicado por grupos del crimen organizado, cuyo inicio puede identificarse a partir de 1980, descomponiéndolo en cuatro formas particulares: 1) Como ritual en busca de protección (invisibilidad); 2) como rito de iniciación en una organización criminal; 3) como práctica terrorista; y 4) como pacto de complicidad o confidencialidad.
Tras este análisis, en el capítulo cuarto, Lomnitz retoma su planteamiento respecto a la existencia de dos soberanías en el México contemporáneo, planteamiento que en línea con lo que desde hace tiempo han propuesto autoras como Rita Segato[4] sobre la existencia de un segundo Estado –o paraestado–, para profundizarlo y anclarlo con las prácticas rituales que son el tema central del presente texto. La primera de estas soberanías, que denomina como positiva, se encuentra representada por la legalidad y es encarnada por el gobierno legítimamente constituido y la economía formal; soberanía que, hoy en día, se concentra más que nunca en el Ejecutivo. La segunda, denominada negativa –en la medida en que depende de la “apropiación violenta de recursos […] y de modalidades de dominación que se basan en […] un acto coercitivo de extracción”[5]– se encuentra representada por las economías ilícitas y sus agentes, los grupos del crimen organizado, quienes la imponen a través de su capacidad de ejercer la violencia. Esta soberanía representa “un segundo polo de gobernanza [que es] reconocido por parte de la sociedad”[6] mexicana.
Dos soberanías que se encuentran en una relación de interdependencia, pues, de la misma manera en que el crimen organizado necesita de las instituciones estatales para operar exitosamente y evadir la aplicación de la ley, el Estado depende del crimen organizado no sólo como una fuente extraordinaria de ingresos, “sino también para regular una serie de mercados ilegales y aun a veces para ejercer actos de violencia que le sirven al gobierno en sus proyectos, pero que no quiere o no puede practicar directamente”[7]. Una interdependencia cubierta por un velo, el cual depende de una capacidad de infiltración y mimesis de la casta superior del crimen con algunos sectores de la burguesía y de la administración pública: “la aristocracia de la economía criminal florece siempre con aliados o aun socios en negocios que son totalmente legítimos”[8].
Sin embargo, más allá de las acciones que estas dos soberanías desarrollan en los ámbitos político y económico, Lomnitz sostiene que también deben reconocerse las desarrolladas en el ámbito espiritual y cómo se vinculan con aquellas. Partiendo de esa base, procede a analizar algunas formas emergentes de la vida religiosa de estas dos modalidades de soberanía, desentrañando la teología política de cada una de ellas, esto es, “su propio pensamiento religioso respecto de la cuestión política”[9], caracterizado por rituales, prácticas y cultos particulares mediante los que operan interna y externamente. Estas prácticas y rituales son realizados principalmente con el objetivo de lidiar con la que Lomnitz identifica como la contradicción central a la que se enfrentan los agentes de esta segunda soberanía: la necesidad de agredir a la sociedad que habitan para hacerse de recursos ilícitos, al tiempo que buscan reincorporarse a esa misma sociedad y a su economía formal para ser reconocidos por ella. Viven un conflicto entre su separación de la sociedad dominante y su deseo o necesidad de construir puentes para reincorporarse a esa mima sociedad, sobre todo en lo concerniente al proceso de legalización de los bienes acumulados de forma ilícita.
Así, el terreno religioso ofrece plataformas de convivencia útiles para que se articulen clases sociales que desarrollan culturas íntimas o subculturas muy contrastadas entre sí por medio de prácticas que Lomnitz denomina como “prácticas bisagra”[10], que sirven en el terreno religioso y moral para crear contextos comunicativos entre la sociedad dominante y la sociedad secreta. En ese sentido, el autor argumenta que existe un simbolismo complejo que se ha ido desarrollando para conseguir un movimiento desde el mundo de la moral dominante a la actividad dominada por la reciprocidad negativa y, de ahí, de regreso al de la moral dominante, dando pie a rituales de separación y de posterior reintegración a esta última, manifiestos no únicamente en las devociones religiosas, sino también en los ritos de pasaje y, de manera muy notable, en sus prácticas funerarias. Dicho lo anterior, se ahonda en la descripción de estas prácticas bisagra que sirven de paso entre los mundos simbólicos de la soberanía positiva y la negativa, los cuales recaen, en gran medida, sobre la vida familiar. Por ejemplo, se describe el papel que juega la posesión de una familia como distintivo de clase al interior de las economías ilícitas o el caso de la diferenciación sexual existente en la realización de dichas prácticas, pues mientras los rituales de separación son realizados predominantemente por los hombres, los de reinserción lo son por las mujeres.
En el capítulo siguiente, el quinto, Lomnitz pasa a adentrarse en la organización jerárquica de los grupos criminales y la multiplicidad de factores que la determinan, como el lugar de origen, el parentesco o características físicas particulares, a partir de las cuales construyen sus criterios de inclusión y exclusión, por lo que argumenta que se encuentran organizados bajo una ideología de castas. Para ejemplificarlo, retoma los casos de la cultura ranchera en las organizaciones sinaloenses, del estamento militar de los Zetas y el caso de la así llamada Mafia eMe (o Mafia Mexicana) en el estado de California, Estados Unidos. Posteriormente, profundiza en las expresiones simbólicas de las clases sociales mediante la cultura mortuoria en Sinaloa, caracterizada por la edificación de tumbas y mausoleos por parte de los miembros de grupos del crimen organizado, retomando específicamente el caso del Panteón de Humaya en Culiacán. A partir de tales expresiones, Lomnitz identifica tres clases claramente diferenciadas: 1) Los grandes señores, cuyas monumentales tumbas representan la trascendencia de su linaje, así como su fama, su poder y su capacidad de adquirir un espacio permanente para sus restos. 2) Los allegados más fieles de estos grandes señores, quienes, si bien no cuentan con grandes mausoleos, muestran su posición a través de la cercanía que sus tumbas guardan con las de sus jefes. Y 3), la clase baja, compuesta por los más jóvenes y pobres, considerados como desechables, que fungieron como sicarios y carne de cañón. Esta clase ínfima no se encuentra en los panteones, sino en las fosas comunes, clandestinas o en los panteones municipales.
De modo que, mientras la primera de estas clases enarbola su sentimiento de comunidad particularmente a partir de la exaltación de la familia y su integración, los últimos se encuentran sometidos a la fragmentación familiar. Por ello, los entierros cobran relevancia simbólica, pues se constituyen como espacio de comunión entre el difunto y su familia; y su impedimento (ya sea mediante la privación del cuerpo o mediante el impedimento del ritual mismo) se utiliza como una forma de violencia final, como castigo deliberado y muestra de dominación, divorciando al difunto de su parentela. Aquí, aunque Lomnitz no lo aborda explícitamente, puede inferirse la relación que guarda con el fenómeno de la desaparición de personas –una de las más funestas expresiones del contexto actual de violencia organizada en México– para entenderla como una acción violenta llena de sentido que trasciende su mera finalidad práctica.
En el capítulo seis se abordan otros rituales que acompañan y revitalizan estas diferenciaciones de clase. Entre ellos, la devoción hacia las deidades o meta personas, una relación diádica consistente en pactos entre un individuo que se siente vulnerable y una deidad que se piensa como capaz de intervenir en su favor. Es en este contexto que han surgido lo que Lomnitz designa como deidades bisagra, que sirven de puente entre la moral positiva y la negativa, al encontrarse ancladas a la primera, pero habiendo sido transformadas: la Santa Muerte, Jesús Malverde o San Judas Tadeo son algunas de las más populares. Otras, que ya no funcionan como puentes, sino como contrarios, construyen su poder a partir de la subversión o perversión deliberada de la moral dominante (en este caso, los ritos cristianos) y la profanación de sus objetos sagrados, como ocurre con los cultos satánicos o la magia negra. Todas estas deidades o metapersonas abren un terreno metafísico en la economía criminal, en donde las castas altas tienden a la devoción de deidades bisagra, mientras que las bajas se encuentran más inclinada a los contrarios en busca de protección en el terreno espiritual. Entonces, mientras estas prácticas espirituales tienen como finalidad principal servir de puente entre las soberanías positiva y negativa para resolver la contradicción central a la que se enfrentan los miembros del crimen organizado, también expresan la organización y estratificación de clases al interior de dichos grupos.
El capítulo final del libro, Lomnitz lo dedica a reflexionar sobre la cuestión de la redención personal como estrategia de reinserción en la moralidad dominante, una que representa el renacimiento del individuo mediante un perdón otorgado por una divinidad. Y, tras describir cómo opera en el ámbito religioso, pasa a equipararla con la forma en que dicha estrategia ha sido utilizada en el ámbito político mexicano, particularmente durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador, como una muestra de cómo la soberanía del Estado mexicano se concentra excesivamente en el Ejecutivo, pues es quien ofrece una ruta hacia la reinserción social por medio del perdón y del reconocimiento, no sólo a criminales, sino también a políticos y a todos aquellos a quienes se les identifica con lo negativo, como enemigos del pueblo bueno.
En conclusión, lo que el presente texto argumenta es que, si se busca comprender a cabalidad las dinámicas y lógicas con las que operan los grupos del crimen organizado en los ámbitos político y económico, entonces se vuelve necesario comprender la dimensión cultural y espiritual que los permea y que deviene inseparable de su actuar en tales ámbitos. En el México de hoy, donde la violencia criminal y organizada constituye no una excepción, sino una forma particular de gobernar[11], y donde dicha violencia es ejercida en igual medida por grupos del crimen organizado y por fuerzas estatales o paraestatales (la mayoría de la veces en contubernio), descifrar ese entramado de símbolos y significados de los que se acompaña esta violencia puede ayudarnos a mejorar nuestro entendimiento sobre ella, uno que trascienda el de las aproximaciones que centran su atención sólo en su dimensión práctica o instrumental. De esta manera, Para una teología política del crimen organizado, se inscribe en un conjunto de trabajos académicos[12] que, con sus perspectivas particulares, y sin dejar de lado esa finalidad práctica de la violencia, se propone entender los significados que la estructuran, centrando su mirada en los universos de sentido que se producen, a la vez que se revelan, con ella y alrededor de ella.
Publicado en el formato de conferencia en que fue originalmente expuesto, el presente volumen cuenta con virtudes similares a las de su antecesor, como lo son el lenguaje fluido, sencillo y accesible –libre de acartonamientos y de exceso de tecnicismos– que va directo al núcleo de las tesis expuestas. Sin embargo, quizá por cuestiones de tiempo y espacio en que son solicitadas dichas conferencias, o tal vez porque se trata aún de tesis incipientes, en vías de construcción, existen también apartados e ideas en los cuales el lector podría buscar una argumentación un tanto más sólida o extensa que apuntale determinadas afirmaciones. Dicho lo anterior, este texto de Claudio Lomnitz se constituye como una importante referencia para quien busque adentrarse en ese terreno religioso de las organizaciones criminales que, al día de hoy, todavía permanece poco explorado.
Referencias
Arteaga, Nelson; Mejía, Evelyn; Spindola, Octavio; Acuña, Fabián y Mollericona, Daniel. La Violencia en México. Feminicidios, desapariciones, ejecuciones. México: Flacso México, 2024.
Levi-Strauss, Claude, Antropología Estructural. Buenos Aires: Paidós, 1968
Lomnitz, Claudio, El Tejido Social Rasgado. México: Ediciones Era, 2022.
Lomnitz, Claudio, Para una teología política del crimen organizado. México: Ediciones Era, 2023.
Robledo, Carolina, “Looking for el Pozolero's Traces: Identity and Liminal Condition in the War on Drug's Disappearances”. Frontera norte, vol. 26, núm. 52 (2024): 5-23.
Segato, Rita, La Guerra contra las Mujeres. Madrid. Traficantes de Sueños, 2016.
[1] Carlos Labastida. Maestro en Sociología Política, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México. Licenciado en Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México. Adscripción institucional: estudiante de Doctorado de Investigación en Ciencias Sociales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México. Correo electrónico: carloslab93@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3026-2848
[2] Claudio Lomnitz, El tejido social rasgado (México: Ediciones Era, 2022).
[3] Claude Lévi-Strauss, Antropología Estructural (Buenos Aires: Paidós, 1968).
[4] Rita Segato, La Guerra contra las Mujeres (Madrid. Traficantes de Sueños, 2016).
[5] Claudio Lomnitz, Para una teología política del crimen organizado (México: Ediciones Era, 2023), 107.
[6] Claudio Lomnitz, Para una teología política, 105.
[7] Claudio Lomnitz, Para una teología política, 172.
[8] Claudio Lomnitz, Para una teología política, 173.
[9] Claudio Lomnitz, Para una teología política, 104.
[10] Claudio Lomnitz, Para una teología política, 181.
[11] Rita Segato, La Guerra contra las Mujeres; Claudio Lomnitz, El tejido social rasgado.
[12] Carolina Robledo, “Looking for el Pozolero's Traces: Identity and Liminal Condition in the War on Drug's Disappearances”. Frontera norte, vol. 26, núm. 52 (2024): 5-23.; Nelson Arteaga, Evelyn Mejía, Octavio Spíndola, Fabián Acuña y Daniel Mollericona, La Violencia en México. Feminicidios, desapariciones, ejecuciones (México: Flacso-México, 2024); Rita Segato, La Guerra contra las Mujeres; por mencionar sólo algunos.